Atónita me he quedado leyendo la noticia sobre Nate, un bebé recién nacido que fue operado por error de frenillo corto. Su madre todavía está muy dolida por el sufrimiento innecesario que ha tenido que soportar su hijo.
Jennifer (la madre) se quedó tranquila en su habitación mientras una enfermera se llevaba a su hijo Nate a lo que ella creía un supuesto chequeo rutinario, pero a la vuelta la enfermera se puso a explicarle que la intervención había salido estupendamente. Quedó horrorizada por el fatal error que acababan de cometer con su hijo, el médico que lo operó se sintió arrepentido de lo que había pasado y se excusó con que esa operación no afectaría al desarrollo de su hijo, además, el bebé casi no había llorado.
Las operaciones de frenillo corto se suelen hacer sin anestesia, con lo cual Jennifer en cuanto vio unas manchas de sangre en la boca de su bebé solo podía pensar en lo que había sufrido y la impotencia de hacerle daño a un bebé recién nacido que no sabe hablar ni defenderse.
Esto que le ha pasado a Nate es una negligencia médica en toda regla, aún tienen que dar gracias que no ha sido una operación más seria. En una conferencia del doctor Jose María Paricio dijo algo con lo que quedé impactada: «La mujer es el único ser vivo que no se defiende cuando le separan de su cría», si pruebas a separar un cachorro de su madre seguramente te puedas llevar un buen mordisco de la perra, o de una gata, yegua, leona, etc. Las mujeres también estamos diseñadas genéticamente para defender a nuestra cría pero socialmente nos han machacado tanto con este tema que hemos normalizado la situación de separación.
Mis dos hijos han nacido por cesárea, el primero estuvo conmigo unos minutos y luego se lo llevaron a una planta distinta a la mía, sin el calor de mi pecho, sin el contacto de mi piel, sin la seguridad de mi voz. Casi cuatro horas después volvió a mis brazos y no supe si en esas horas había sido alimentado, si lo habían consolado o había estado llorando, lo pasé fatal.
Ese tipo de recibimiento marca la vida de un niño, el pediatra y neonatólogo Nils Bergman habla de la importancia de los 1.000 primeros días en la vida de una persona y las primeras horas cruciales. Por supuesto también dice que se pueden compensar, y yo los primeros meses y hasta la actualidad creo que lo he compensado con creces 🙂
Mi segunda hija nació por cesárea también pero totalmente diferente, aunque fue una cesárea de urgencia no la separaron de mi ni un minuto. Ni la pesaron, ni la vacunaron, no le hicieron ningún procedimiento de protocolo, la pusieron junto a mi piel con piel y su recibimiento fue mucho más feliz y relajado que el de su hermano. En cuanto salí de quirófano (con mi hija en brazos) fuimos a la sala de recuperación en la que nos acompañó mi pareja y la niña se cogió del pecho y empezó a mamar.
¿Por qué no separaron a mi hija de mi? Porque presenté un plan de parto donde pedía expresamente que no lo hicieran, además, la matrona que me atendió a pesar de pasar por una cesárea de urgencia luchó por respetar esta petición y lo consiguió. Si estás embarazada el plan de parto es muy importante, infórmate y no dudes en presentarlo en tu hospital. Pide que no os separen a ti y tu bebé, en la web www.quenoosseparen.info puedes encontrar más información sobre el tema.